viernes, 27 de junio de 2008

Martinis con tres alcaparras, genial.

Nos vuelve locos el presente, nos hace imaginarnos el futuro y recordar lo que se vivió.

Dos cosas, para mí, muy personales: lo que fue ha sido, lo que viene aún es y como dice Fox Mulder -Quiero creer- The J Files. XOXO.

Y el pasado es mi mañana porque hoy hago que pase que:

Ayer vi a éste y a aquella, en un inmueble protegido por el INBA, porque de seguridad no había mucho.

Pudimos, dijo aquél, meter pistolas y bombas y desmadrarles la fiesta.
Por suerte nadie lo hizo, eso se lo dejamos al compositor.

Con una carpa se cubrío la desnudez de un templo en lamentable condición, bueno, eso antes del final con un gran DJ que orgullosamente familia nos vibró con todas las buenas de los noventas, principios, that is.

Es tan fácil hacer esto le dije, son sólo luces, impresionantes, pero son sólo luces...
No, me dijo, tienes que soportar el peso del automóvil, de los tacones, de los vestidos y del ego incondicionalmente alzado que tienes por estar criticando esto.

Otra copa de champaña con fresa fresca (no mi mejor opción) llegó para que la plática girara hacia el Rose Center for Earth and Space y vino tinto de Ribiera.

Resulta ser que en efecto, con ceros llenaría este blog forever con ese número que representa lo poco que llevamos las personas en este planeta teniendo imaginación práctica. Algo así como el diámetro de un cabello en un campo de americano.

Sé de lo que hice y me enorgullezco (me arrepiento también), sé de lo que seré y me emociono (me da miedo también), sé que hoy escribo para aprender.

Luces, gente, sonidos... Vivaldi, Stradivarius... Dudamos que haya sido el mero bueno, como la Gioconda... Laxa protexión...

XOXO si se hubiera quitado la playera el rocker, pero por suerte no: http://www.edvinmarton.com/

A little bit too comercial for my taste.

Oh well, he's a virtuoso from the Ukrayne, but a russian after all...

Y eso señores es lo que se llama racismo y yo no voy.

Ayer fui a ver a Edvin Marton en el patio central del Convento de San Hipólito en el Centro Histórico de la Ciudad de México y me quedé amazed, apabullado, estupefacto y estúpidamente feliz...

Nada que ver, la neta, sólo música de quien sabe rascar un violín (y aprovechar la electrónica, ¿cómo facebook? No sé Juan, sólo déjalos leer y ojalá lo escuchen...

Cierra el paréntesis, ok:)

Tres besos.

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