jueves, 5 de junio de 2008

La gran manzana y un meteorito.

Imaginar que la vida como la conocemos es tan sólo del tamaño de un cabello comparada con todo un edificio, me hace sentir menos culpable por no ser perfecto.
Esto lo aprendí en el Rose Center for Earth and Space de Nueva York. Aparentemente es el nuevo
landmark de la ciudad, la extensión del Museo de Historia Natural que nunca había visitado y que me encantó. Quizá la película, "A Night at the Museum", tuvo algo que ver, ¡ja, ja! Y Central Park no puede ser más lindo, ni más verde.
La ciudad del acero presume de madera (y majadera) y foliage y sobretodo de intención de evolución.
No importa lo que pasó, bueno sí, algo, el
skyline, el horizonte, el iluvium cambió para siempre.
Estar en
Ground Zero fue muy impactante, pasamos la estación que funciona como vía pero tiene accesos clausurados, que otrora nos hubiera hecho salir al WTC.
Hace diez años cenamos en Windows of the World, recuerdo el postre: fresas Romanoff, son con crema al fin de cuentas, pero eran gloria en esas alturas. Ahora ya no existen. Algunos pendejos.
Loquitos que creen que destruyendo se construye.
No sabemos porque pasan estas cosas, la destrucción, bueno un poco, viene de la frustración, de la desesperación del ser humano por no conocer el verdadero sentido de existir.
En fin, hay muchos que odian a los gringos (y uso el término con todo cariño) y otros que creemos que el que se enoja pierde.
Pasemos a la comida. No hay lugar en el mundo como NYC para encontrar absolutamente todo lo que uno quiera o imagine al instante.
Recuerdo con grato sabor una entrada de mozzarela con cerezas frescas, berro miniatura y vinagreta de albahaca azul (yo la conocía como morada, pero supongo que es la misma, para unos será lila, para otros rosa muy azulado, así es la vida y es lo que nos hace interesantes).
Voy a dejar este escrito por la paz durante un rato. Tengo mucho más que escribir y quiero que sea preciso, por ende mi cerebro me requiere descansarlo.
Prometo terminarlo pronto... O tal vez, el viaje de mi vida nunca deje de contarme cosas que platicar a usted.
Siempre.

www.iluvium.com

2 comentarios:

Miranda Hooker dijo...

No habia oido hablar de la albahaca morada, pero me encantó como polarizaste su significado a una filosofía. Para eso, justamente, hay que cerrar los libros y ponerse a viajar.

Saludos.

Anónimo dijo...

Me encanta tu forma de contarlo, no tengo la dicha de conocer NYC y si ya tenía ganas, me las alentaste con esto!
Saludos! Mary C